Resumen:
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En “Cadáver se necesita”, Fornaro aprovecha muy bien esa zona de preacuerdos con su lector hipotético, a quien conoce perfectamente. Sabe lo que a él le gusta y le lanza guiñadas apelando a los tópicos. De algún modo, su novela ya está escrita, aunque no es mérito menor reescribirla con una fe paradójicamente sostenida en la ironía. Una distancia intelectual y divertida dinamiza la construcción de nuevos enigmas y da vueltas de tuerca par que aten el siguiente nudo. El título, como es obvio, parodia un aviso económico: algo que está en el eje mismo del mundo del consumo, entre cuyas provincias se encuentra la del consumo literario. El desarrollo rebosa pues, por todas partes, literatura: si se piensa en ella, mejor que en la realidad, los extraños sucesos quedan legitimados como verosímiles, así que “como en las novelas” –se advierte a texto expreso- ocurre un milagro que cambia la vida del personaje. Y a propósito de él, un detective privado de este Montevideo en gris mayor, se dice: “Esta escena la había visto repetida en varias policiales”.
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