Resumen:
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El Conde Cero que da título al libro es un muchacho llamado Bobby Newmark que sueña convertirse en vaquero de consola, el cual es contactado por algo que acecha en la red, lo cual lo vuelve valioso para un grupo de seguidores del vudú que identifica a dioses del panteón haitiano, como el Barón Samedi o Dambala con inteligencias artificiales liberadas. Obligado a unirse a estos houngans para no ser asesinado, el Conde Cero deberá poner a prueba sus incipientes habilidades de hacker para salvar su vida y la de sus nuevos amigos. ¿Salvarlos de qué? Bueno, parece que el contacto hecho por el Conde Cero en la red ha sido percibido por alguien mas...También cuenta la historia de Turner, un mercenario que se dedica a sacar trabajadores de una empresa a otra. Es que en el futuro que imagina Gibson, los empleados mas calificados son una especie de prisioneros de sus empleadores, y la única forma de que puedan pasarse a otra empresa es fugándose de los campos de concentración que son algunas empresas. Sin embargo, Turner deberá optar por llevarse a Angela Mitchell, la hija del empleado que originalmente iba a rescatar (¿o secuestrar?), una niña que tiene la habilidad de conectarse directamente a la red...Y está Marly, una marchante de arte que es contratada por el magnate Josef Virek, quien se comunica con ella a través de una simulación informática debido a que es un anciano tan enfermo que en la realidad se encuentra en un tanque de hielo, buscando la forma de transferir su conciencia a la red. Mientras, encarga a Marly la búsqueda del creador de unos extraños objetos de arte, búsqueda que la llevará a una zona que creíamos conocida, Freeside (traducida ahora como Zona Libre), la ciudad en órbita construida por el clan Tessier-Ashpool.
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